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Miguel con los ángeles leales aparece luchando contra Lucifer, el querubín rebelde, con sus ángeles. Los acontecimientos tumultuosos que suceden en la tierra durante la tribulación tienen su paralelo en el cielo.
Por “cielo” no debe entenderse la presencia inmediata de Dios , sino la esfera que Satanás ha ocupado desde que fue arrojado de la morada de Dios a causa de su rebelión. La Biblia lo llama “el príncipe de la potestad del aire” y los cielos atmosféricos está habitados por multitudes de seres celestiales e infernales. En alguna parte, entre la tierra y el cielo, el enemigo tiene su lugar de operaciones y es allí donde se librará la batalla que terminará con su expulsión a la tierra. (“Apocalipsis, el drama de los siglos por H. Lockyer p.141)
Miguel, significa ¿Quién como Dios?, es el príncipe o ángel que defiende a Israel. Se menciona 5 veces en la Escritura: Dn. 10:13,21; 12:1; Judas 9; Ap. 12:7. Junto con sus ángeles vencerá al dragón en una sola batalla.
En el AT, 2 profetas describen las características del enemigo: Isaías en su capítulo 14 y Ezequiel en su capítulo 28. Éste último, menciona: “A causa de la multitud de tu contratación fuiste lleno de iniquidad, y pecaste: por lo que yo te eché del monte de Dios” (28:16). Lucifer ansiaba reinar en “el monte del testimonio”, ahora Dios lo echa de ese lugar. Esta acción profetizada comienza a ser aclarada en Apocalipsis.
El destino final de Satanás se describe en Ezequiel 28:18: “Con la multitud de tus maldades, y con la iniquidad de tu contratación ensuciaste tu santuario: yo pues saqué fuego de en medio de ti, el cual te consumió; y te puse en ceniza sobre la tierra a los ojos de todos los que te miran.” Pero en tanto este final llegue, seguirá con su obra de engaño. Los creyentes descansamos en las declaraciones de la Escritura, de que es un enemigo vencido, de que Jesús con su muerte redentora en la cruz, nos compró para Cristo y su reino y que estamos constantemente protegidos de los engaños malignos. Con Cristo de nuestro lado, nada tenemos que temer, la victoria de Cristo es nuestra victoria. (Lc. 10:18; Jn. 12:31).
"fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él.” Los 3 nombres son sinónimos además de otros nombres, como el engañador, el acusador etc. (ver lista en 12:4). El acceso que tenía a Dios (Job 1:6; 2:1) le será negado en este punto y nunca más podrá acercarse al cielo (B. MacArthur p.1863).