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Estos comerciantes concentraron sus vidas en las ganancias materiales que el comercio con Babilonia les dejaba. Ahora, no pueden hacer nada, solo lloran, se entristecen y gimen. Su lamento es dramático y expresa el sentir de estos comerciantes: “¡Ay, ay, de la gran ciudad …” Babilonia, como ciudad capital del imperio del Anticristo, deberá ser la ciudad más importante en el tiempo de la gran tribulación. La descripción que de ella dan los mercaderes, nos habla de una ciudad poderosa, metrópoli y ostentosa. El resurgimiento de Babilonia en los días de la gran tribulación será asombroso y espectacular, pero su destrucción también será sobrenatural.
Leer de nuevo la introducción de este capítulo 18, en donde se habla de Babilonia como un sistema religioso (capítulo 17) y de un sistema comercial (capítulo 18) personificados por una ciudad.