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Y apenas lo capacitaron para desarrollar el ministerio y él se quiso ir. Se terminó su tiempo formativo en Éfeso bajo Priscila y Aquila y “queriendo él pasar a Acaya, los hermanos le animaron, y escribieron a los discípulos que le recibiesen”. Impulsaron su ministerio para que fuera a otras tierras y compartiera el mensaje de salvación.
El proceso de capacitación requiere la disposición para dejar ir los ministerios que surgen para que vayan a donde el Señor los necesita. Las cartas enviadas son equivalentes a las actuales cartas de recomendación que todo predicador del evangelio haría bien en solicitar y toda iglesia que abre las puertas a predicadores foráneos debería pedir. Esta actitud protegió a Apolos de ser visto con recelo, y a la iglesia también de abrir las puertas a quien no tuviera la doctrina de Cristo.
La capacitación recibida no alteró en ninguna forma la personalidad de Apolos, quien mantuvo su celo, pasión y vehemencia para llevar el evangelio. Pues la formación teológica no debe modificar el corazón del siervo sino capacitarlo para un mejor servicio. Antes predicaba y era poderoso en las Escrituras sobre el camino del Señor, pero ahora conoce plenamente a ese Señor, y con el mismo espíritu fervoroso se ocupa en predicar de Jesús como el Mesías.
el capítulo inicia y termina con dos personajes distintos haciendo la misma cosa, cada uno en su estilo, predican que Jesús era el Cristo. Sin importar el carácter, temperamento, personalidad, o cualesquiera otras especificaciones que distinguen a las personas entre sí, el creyente ha de utilizar esa individualidad para aplicarla en la predicación de un único y poderoso mensaje: Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios y Salvador del mundo.