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HECHOS CAPÍTULO 2 La venida del Espíritu Santo, Hch 2:1-13

Hechos 2:1
"Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos.


Este capítulo narra una de las experiencias vividas por los fieles seguidores judíos del Señor Jesucristo, que se ha repetido entre el fiel pueblo gentil, de una manera trascendente desde principios del Siglo XX hasta nuestros días. A quienes la han vivido, con la característica fundamental de “hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen” se les da el característico nombre de “pentecostales”. Las Asambleas de Dios en 213 países, y los grandes movimientos afines tienen ese sello.

El Dios de los judíos es un Dios de orden que cuando hace algo, lo hace dentro de un plan perfecto y glorioso, con un por qué, un para qué, un como y un qué. Dios había instituido varias festividades a las que el pueblo de Israel, debería de celebrar en la ciudad de Jerusalén. Tres eran las más importantes: la pascua que era el festejo que les recordaba el día que habían salido de la cautividad de Egipto, (Éx 12:12-14; Lv 23:5). También era una festividad agrícola celebrando las primicias los primeros frutos de la cebada. En el Nuevo Testamento durante este festejo se dio la crucifixión, muerte y resurrección de Jesús, (1 Co 5:7).

El pentecostés era la fiesta llamada también “de las semanas”, pues se cuentan siete semanas después de la pascua, equivalente a cincuenta días. Era una celebración agrícola en la que presentaban la cosecha del trigo, (Éx 23:16), El comentario Bíblico del Mundo Hispano, menciona que a principios del siglo V a.C., cambió la celebración por el nombre de “el pacto en el Sinaí”, En Monte Sinaí, Dios dio sus ordenanzas al pueblo, Dios por medio de Moisés les había pedido que se santificaran tres días y al tercer día cuando vino la mañana, vinieron truenos y relámpagos y una espesa nube sobre el monte, un gran sonido como de bocina, el pueblo se estremeció, todo el monte humeaba porque Jehová había descendido en fuego (Ex 19:16-19) y estaba dando a todo el pueblo su ley.

Las cabañas o de los tabernáculos, era la tercera celebración que el Señor pedía se cumpliese, se festejaba en el mes séptimo del año religioso. Al terminar las cosechas de los frutos y la vendimia, se construían enramadas para recordar la peregrinación en el desierto (Lv 23:43; Dt 16:13-15)

Enfatizando la fiesta del pentecostés, debe decirse que asistían judíos esparcidos por todo el mundo conocido, por lo que se explica la respuesta de los que oyeron a los creyentes hablando en las lenguas de los países en donde ellos habían nacido.

Antes que Jesús ascendiera al cielo les había dicho que permanecieran en Jerusalén, que no se fuesen, sino que esperaran al consolador, por lo que al transcurrir diez días desde la ascensión de Jesús, llegó la celebración de los 50 días o pentecostés. Todos estaban unánimes juntos y esto quiere decir que además de estar en el mismo lugar, al mismo tiempo, también estaban anhelando recibir al Espíritu Santo que Jesús les había prometido, seguramente cantando alabanzas y orando fervientemente.

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